En el
año dos mil siete, el día del Sagrado Corazón, durante la eucaristía y en
actitud de escucha, comprendí que El Señor me pedía que resurgiera la Cofradía
de Nuestra Señora del Carmen. Parecía un sueño lejano, el contemplar a la
Virgen del Carmen procesionar por las calles de La Rambla. Ya que partíamos de
cero y sin conocimientos de cómo refundar una cofradía pero los caminos se
abrían, las ayudas, las colaboraciones se nos ofrecían comprendiendo que “El
Señor da el ciento por uno”. Hemos sido instrumentos torpes en sus manos y el
resultado lo hemos contemplado como un éxito más de Él.
Lo cierto es, que era Ella, La
Virgen, la que quería salir en procesión, pretendía que la tuviésemos presente,
que le pidiéramos gracias, que la visitáramos y que la acompañáramos tanto en
su capilla como por las calles de nuestro pueblo. Todo esto lo ha conseguido
porque no hay mas que ver a las personas con o sin niños como se acercan, antes
o después de misa, a su capilla ya sea para encender unas velas en su
lamparario como para rezarle una plegaria por sus familiares trasmitiéndole a
sus hijos y nietos el cariño hacia Ella.
Desde dos mil siete hasta julio
del dos mil nueve, ha habido muchos momentos de ilusión, de dudas, de desánimos
pero la fe une, la fe nos ha sostenido, teniendo siempre la certeza de que todo
era iniciativa de Dios y plan de Él.
Recuerdo a Don José, en Junio antes de irse a
Argentina, que estuvo hablando conmigo de la procesión aconsejándome ante mis
dudas y me dijo: “¡Ánimo!, si es de Dios
no hay quien lo pare”.
Pues así ocurrió, el día
dieciocho de julio del dos mil nueve fue “UNA GRACIA PARA NUESTRO PUEBLO, LA
RAMBLA”.
Era la presencia de María en
nuestras calles, su protección y su amparo derramándose por tantos y tantos
corazones que la esperaban en las esquinas, en las plazas o bien iban
acompañándola en su caminar para que se sintiera en todo momento arropada por
el calor de sus hijos. En las caras de las personas se reflejaba ese cariño que
desde años se ha ido transmitiendo de padres a hijos hacia la Virgen del
Carmen. Durante la preparación, la procesión y en días posteriores a esta eran
muchos los que te decían mis padres, mis abuelos eran devotos del Carmen. Todo
el pueblo, cada uno con su granito de
arena, ha conseguido que a día de hoy
todos nos sintamos orgullosos de tener una procesión de Gloria en La Rambla a
la que todos podemos pertenecer.
La Cofradía de Nuestra Señora del
Carmen agradece a nuestro pueblo su ayuda y su acompañamiento. Son muchas las
personas que han colaborado para que se llevase a cabo la procesión de Nuestra
Madre por La Rambla, a todos ellos ¡GRACIAS! La Virgen recompensará su entrega
y su disponibilidad.
También nuestro
agradecimiento a la Agrupación de Hermandades y Cofradías por invitarnos a
escribir en la revista de este año dos mil diez.
GRACIAS SEÑOR POR PERMITIRNOS VIVIR LA GRACIA
DE LA PROCESIÓN DE LA BIENAVENTURADA
VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO.
Un saludo Toñi Soret.